De la calle a nuestro hogar:
La transformadora historia de Chupito
Desde siempre, nuestra familia ha sentido un amor inmenso por los animales. Mi infancia estuvo llena de cariño y aprendizajes junto a un pequeño zoológico casero: tres perritos, tres tortugas, un loro y un perico, todos adoptados. Al ser hija única, ellos se convirtieron en mis compañeros inseparables, y su cuidado formó una parte esencial de mi mundo.
Sin embargo, en el año 2015, nuestras vidas dieron un giro inesperado. Por motivos familiares, nos trasladamos a otro país, un viaje transoceánico que lamentablemente nos obligó a separarnos de nuestros amados amigos peludos. Confiamos nuestros perritos y pericos a familiares y amigos, mientras que las tortugas fueron llevadas a un refugio especializado donde podrían prosperar. Fueron decisiones difíciles, pero necesarias.
Pasaron cinco años en nuestra nueva residencia y, aunque nos adaptamos a nuestra nueva vida, siempre sentimos el vacío que dejaron nuestros amigos peludos. Fue entonces cuando decidimos que era momento de abrir nuevamente nuestro corazón y nuestro hogar a una nueva mascota,
Durante seis meses recorrimos incansablemente diferentes sitios web y redes sociales en busca del compañero ideal.
Teníamos criterios claros: queríamos un perrito de estatura pequeña, con un peso menor a 10kg, pero sobre todo, queríamos sentir esa conexión especial.
Un día, entre las muchas historias de albergues cercanos y lejanos, encontramos la foto de un pequeño perrito llamado Roberto. Su mirada nos cautivó al instante; había algo en el que nos recordó a nuestros antiguos amigos peludos y los momentos felices que vivimos con ellos. En ese momento, decidimos que si lo adoptábamos, lo llamaríamos Chupito.
La búsqueda
El camino a la adopción
"Adoptar no sólo cambia la vida del afortunado peludito, sino la de aquel que decide darle una familia"
Relato contado por la familia quien adopto a Chupito
Inmediatamente contactamos al refugio para conocer más sobre su historia y condiciones. Nos contaron que había sido rescatado de la calle, donde posiblemente había sido explotado por un indigente para mendigar dinero. A pesar de su pasado difícil, nos aseguraron que Chupito era un perrito tranquilo, con una personalidad dulce.
Aunque la mayoría de los perros en el refugio eran de raza, Chupito destacaba como un pequeño mestizo, sin raza específica, de aproximadamente cinco años.
Después de cumplir con los requisitos y entrevistas necesarias, recibimos la noticia que habíamos esperado: habíamos sido seleccionados para adoptarlo. Ese día marcó el comienzo de una nueva etapa en nuestras vidas. Chupito no solo llenó el vacío que había quedado en nuestra familia, sino que también nos enseñó el verdadero significado de la resiliencia y el amor incondicional. Su historia es un recordatorio de que todos los amigos peludos merecen una segunda oportunidad, y de que, muchas veces, somos nosotros quienes terminamos siendo rescatados por ellos.